sábado, febrero 10, 2007

El fantasma de las grasas trans

Nueva York acaba de prohibirlas

Están en la mayoría de la fast food, pero también en panes, galletas...

Claudia Dubkin, Univision Online y Agencias


Se las llama "grasas fantasma" y se las encuentra en la mayoría de las comidas rápidas, pero también en productos aparentemente inocentes, como galletitas de agua o de harina integral. El 50 por ciento de las grasas trans (o hidrogenadas) de la dieta americana viene de productos horneados como queques, pies y galletas. Nacieron como una alternativa al consumo excesivo de grasas saturadas (presentes en alimentos de origen animal), y su relación con los trastornos cardiovasculares y cerebrovasculares. La idea fue hidrogenar parcialmente los aceites líquidos (que, como son de origen vegetal no tienen colesterol), para volverlos sólidos a temperatura ambiente y usarlos en lugar de aquellas otras grasas dañinas. El remedio fue peor que la enfermedad, pues luego de décadas de uso y abuso, se descubrieron sus efectos perjudiciales. Ahora, el estado de Nueva York acaba de prohibir su uso en sus restaurantes.

Por qué son malas

Las autoridades sanitarias de Nueva York prohibieron el uso de aceite de cocina artificial, conocido como grasas 'trans', en restaurantes, con el objetivo de mejorar la salud de la población y reducir las enfermedades cardíacas.

Las autoridades dijeron que el aceite parcialmente hidrogenado que usan las cadenas de comida rápida en todo Estados Unidos incrementa el riesgo de contraer enfermedades coronarias, y le dieron a los establecimientos un período de 18 meses para dejar de usar el aceite.

Según la Administración de Drogas y Alimentos, las grasas 'trans', igual que las grasas saturadas, elevan el nivel de colesterol "malo" en la sangre, aumentando el riesgo de problemas cardíacos.

La prohibición de su uso en Nueva York es sólo un eslabón más del proceso que viene gestándose en el mundo contra este tipo de grasas.

Ya en 1990, un artículo en The New England Journal of Medicine demostraba que un leve incremento en el colesterol inducido por las grasas trans llevaba a un gran aumento del LDL (colesterol malo) y un descenso del HDL (colesterol bueno).

Además, todos los estudios posteriores agregaron datos contra las trans. El más estremecedor: según un reporte de investigadores del Harvard School of Public Health de 1999, por lo menos 30 mil de las muertes al año por ataque cardíaco en los Estados Unidos podría prevenirse si la gente reemplazara las grasas trans por aceites polisaturados o monosaturados.

En 2002, el Institute of Medicine de la Academia Nacional de Ciencias declaró que no se puede determinar un nivel de grasas trans que se pueda consumir sin riesgos. La American Heart Association coincide con la FAO y la OMS en que hay que disminuir al máximo su consumo para evita enfermedades cardiovasculares, uno de los mayores problemas de salud para los próximos años.

La FDA estableció la obligatoriedad a partir del 1º de enero de 2006 para que las compañías indiquen la cantidad de ácidos grasos trans en el etiquetado de los alimentos convencionales y suplementos dietarios.

La investigación, publicada en el diario "Daily Express", se basó en un experimento con ratones de laboratorio. Los científicos constataron que, tras alimentarlos durante un tiempo con una dieta rica en colesterol, sus cerebros producían una mayor cantidad de beta-amiloides.

Después hicieron varias pruebas con células cerebrales humanas y animales para analizar cómo regulaban sus niveles de colesterol.

Hallaron que las proteínas "ABC", que se encargan de expulsar el colesterol de las paredes arteriales, también están presentes en las células del cerebro.

Posteriormente comprobaron que si aumentaban los genes de estas proteínas en las células humanas y animales caía la fabricación de proteínas beta-amiloides.

El doctor Brett Garner, uno de los autores del estudio, señaló que los fármacos que incrementan la producción de proteínas ABC -que actualmente ya se usan en la investigación cardiovascular-, podrían también contribuir a reducir la progresión del alzheimer.

La directora de investigación de la Sociedad del Alzheimer del Reino Unido, Susanne Sorensen, dijo en declaraciones al periódico que las investigaciones como la del doctor Garner son importantes para ver cómo el colesterol puede contribuir al desarrollo de la enfermedad.

"Existen ya muchas pruebas de que tener unos niveles elevados de colesterol es un factor de riesgo para el desarrollo del alzheimer y de la demencia vascular", afirmó.

"Nuestro mensaje es que un corazón sano (a través de una dieta equilibrada) conduce a una mente sana", añadió.

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