miércoles, julio 30, 2008

A usar toldillo, La amenaza del tigre volador

Cuando este diminuto insecto pica, el dolor es insufrible. El mosquito tigre, que transmite doce tipos de virus, ya se ha instalado en 40 países, incluido España, y ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias de todo el globo.


El insecto autoestopista, como ha calificado el entomólogo Paul Reiter al mosquito tigre, hace años abandonó sus orígenes, en Asia, y se dedicó a viajar por todo el mundo. Reiter ha recorrido el globo como cazador de insectos. Tras trabajar en los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, hoy dirige el departamento de Enfermedades Infecciosas Transmitidas por Insectos del Instituto Pasteur de París. Él sabe lo que es vérselas contra este fiero mordedor, el Aedes albopictus, cuya presencia se ha constatado en 40 países de los cinco continentes. El tigre, que es muy resistente al frío, ha dado el salto al viejo continente y está en España desde que, en 2004, se asentó cerca de Barcelona. “El mosquito tigre que tenemos en Europa proviene probablemente de Japón, donde los inviernos son muy crudos”, dice Reiter. “Ante el frío, sus huevos hibernan y son capaces de sobrevivir”.

Fue Reiter quien descubrió que el tigre se había instalado en Estados Unidos. En 1983, en un cementerio de Memphis, Tennessee, se topó con un ejemplar en la hoja de un árbol. ¿Cómo había viajado decenas de miles de kilómetros desde Asia hasta la cuna de Elvis? La respuesta llegó dos años después, cuando se confirmó su presencia en el Condado de Harris, en Texas. En esta ocasión campaba a sus anchas en un cementerio de ruedas usadas. “Tanto Aedes aegypti –el mosquito de la fiebre amarilla– como Aedes albopictus –el tigre– crían en los bosques, pero los neumáticos son un buen sustituto de las ramas de un árbol. El caucho recoge agua, permite que las larvas se alimenten, aísla de la luz y conserva la humedad. En esa zona de Texas muchas compañías estaban importando neumáticos desde Japón y los exportaban a otros países”. El tigre se las había arreglado para viajar en los contenedores de las ruedas.

Sí es tan fiero este insecto como lo pintan

El peculiar apellido del mosquito tigre no es casual y se debe a las bandas blancas y negras de su abdomen. Otra buena razón para su apelativo felino es su fiereza. La picadura de este insecto de tan sólo cinco milímetros de longitud hace que la vida de la gente fuera de sus casas sea “realmente insufrible”, dice Reiter. Hay otros mosquitos más respetuosos, como Aedes aegypti, que tiene una probóscide muy fina y suele inyectar un anestésico para minimizar el dolor. Pero el tigre no sabe de sutilezas. “La diferencia es la misma que la que hay entre pincharse con una aguja o con un cuchillo”, asegura el experto. Que se lo pregunten a los romanos, cuya ciudad está invadida por el bicho. “Los hoteles tienen que mantener las puertas cerradas ya que, si no, ataca a la gente de la recepción. Hasta en el Vaticano tienen problemas”, asegura el científico.

El tigre es un invasor global. Un cuarto de siglo después de su llegada a EE UU, se ha instalado con comodidad en 36 de sus estados y “ha sobrevivido incluso a los terribles inviernos de Chicago”, explica Reiter. Y desde allí ha pasado a Sudamérica. En 1986 fue detectado en Sao Paulo (Brasil) y se propagó por el sureste del país. Según Science, alcanzó México en 1993 y dos años después El Salvador, Guatemala y Honduras. En 1998 se extendió a Argentina, Colombia y Paraguay, y Panamá y Nicaragua se rindieron en 2002 y 2003, respectivamente. Su aventura africana se ha confirmado en Camerún, Guinea ecuatorial, Nigeria y Gabón. En 1979 Reiter lo detectó por primera vez en un país europeo, Albania, y su evolución ha sido imparable. “Italia lo importó a principios de los noventa y después pasó a Suiza, el sur de Francia, Croacia y la antigua Yugoslavia. No me cabe duda de que muy pronto llegará a París”.

Viajan como polizones y anidan en zonas húmedas

España no se ha librado de este insecto “pequeño, agresivo y muy voraz”, como explica Rosario Melero-Alcíbar, del Servicio de Parasitología del Centro Nacional de Microbiología en Majadahonda (Madrid). Esta experta rastreó al mosquito en varios municipios de Cataluña, especialmente Barcelona y sus alrededores, y lo encontró en 19 localidades, algunas tan turísticas como Sitges. El mosquito se instaló en 2004 en San Cugat del Vallés, donde es probable que llegase en coche desde otras poblaciones europeas. “Basta dejar la ventanilla abierta veinte minutos para que se cuele”, asegura Melero-Alcíbar. Esto también explica cómo emigró desde Barcelona hasta Tarragona de viajar hasta en el maletero. Sus huevos –una hembra es capaz de poner 80 de una vez– sobreviven a pesar de la sequedad porque disminuyen su actividad metabólica hasta que haya humedad. Otro de sus medios de transporte es el “bambú de la suerte”, una caña ornamental de origen chino cuya especie más comercializada es la Dracaena sanderiana, que se vende por millones en Estados Unidos. Los insectos se alojan en el interior de sus troncos y ramas, que se retuercen en originales figuras. Hay informes sobre las picaduras sufridas por los trabajadores que cargan los contenedores para su transporte y en los invernaderos donde se crían. Aquí el tigre “es una peste, por lo que es posible que de esta forma se haya introducido en España”, sugiere Reiter.

Melero-Alcíbar admite que la situación en Barcelona y sus aledaños es “difícil”. Los tigres anidan en los platos húmedos, los tiestos o el agua acumulada en los recipientes de los jardines. Reiter es más tajante: “Yo diría que es imposible de eliminar”. Este experto compara el escenario con el del Aedes aegypti, “una especie semidoméstica que no vive a más de cincuenta metros de la gente y constituye un objetivo más fácil para su control o fumigación. El mosquito tigre, por el contrario, resulta bastante inaccesible”. Se desplaza para picar, pero se instala lejos de las casas a cuyos habitantes martiriza. En 2002 Reiter tuvo que hacer frente a una epidemia de dengue –una fiebre que produce dolores musculares y hemorragias– que afectó a 122 personas en la isla hawaiana de Maui. “Había muchos mosquitos tigre en las localidades donde se produjo el brote. Recuerdo un complejo con campos de golf que pertenecía al ex Beatle George Harrison. Me dediqué a caminar por ahí a ver si localizaba alguno de estos albopictus cerca de las casas. Me alejé un kilómetro y no podía soportarlo, me estaban devorando vivo. Es una especie muy agresiva y difícil de controlar porque no necesita de la cercanía de las personas”.

Por su resistencia y movilidad se comprende la transmisión de infecciones. Las investigaciones han mostrado que este insecto puede contagiar hasta doce tipos de virus distintos. Los expertos creen que el Aedes albopictus transmite una variedad de dengue menos virulenta que su primo, el Aedes aegypti, que es el principal vector del virus.

Su voracidad indiscriminada le hace menos peligroso

La isla Reunión, al este de Madagascar, en el océano Índico, sufrió en 2006 un brote epidémico de la fiebre chikungunya, cuyo nombre significa “caminar doblado” en algunas lenguas africanas. El tigre fue el transmisor de este virus que produce fiebre, urticaria y dolores en las articulaciones. En tan sólo 14 meses se infectaron más de 266.000 personas en la isla, y el año siguiente un pequeño brote en Italia afectó a 200 y mató a una anciana. Su amenaza sigue siendo hoy motivo de atención, aunque no de alarma. “El animal es un buen vector de enfermedades en Asia, pero no fuera de su hábitat”, asegura Meleros-Alcíbar.

Algunos estudios sugieren que el insecto podría contagiar la fiebre amarilla y otros virus denominados arbovirus. En el laboratorio, Paul Reiter y su equipo cultivaron líneas celulares derivadas del propio mosquito, las infectaron con distintos tipos de virus y así probaron que las células del tigre eran bastante susceptibles a la infección. “Eso no significa necesariamente que sea un buen vector, para ello deben darse muchos factores”, señala el investigador. En primer lugar, hay que tener en cuenta el comportamiento del insecto. “Para que un mosquito pueda transmitir un virus, primero tiene que chupar sangre infectada y tras un tiempo de incubación sus glándulas salivares quedan contagiadas. Cuando el mosquito perfora la piel, expulsa saliva, que llega a los capilares sanguíneos con los virus que infectan al huésped. Por tanto, transcurre un periodo de tiempo desde que el mosquito adquiere su dosis infecciosa hasta que se hace contagioso”, explica.

El mosquito tigre pica a muchas criaturas distintas y no es tan específico para los humanos como el Aedes aegypti, un mordedor de primates. Pero el albopictus ataca a todo lo que se mueve. “Si tienes un gato en el salón, probablemente le vaya a picar a él antes que a ti –dice Reiter– lo que hace que sea un vector secundario para la transmisión de virus”. Es un consuelo, aunque sus picotazos seguirán haciendo gritar de dolor.

Luis Miguel Ariza

No hay comentarios.: