Pegaso, el mitológico caballo alado, era de color blanco. El mismo pelaje tenían Babieca, el rocín del Cid Campeador, y todos los caballos que montaba Napoleón. O el del apóstol Santiago. Un equipo de científicos acaba de identificar el origen genético del caballo blanco.
Algunos caballos nacen con un pelaje negro o marrón oscuro y empiezan a llenarse de canas con sólo un año de edad. Cumplidos los 8 años, todo su pelo ha adquirido un atractivo tono blanco y, sin embargo, su piel continúa siendo muy oscura. Este proceso de despigmentación, además de estar vinculado al origen de uno de los animales con mayor carga simbólica, resulta de gran interés para la medicina, ya que se debe a una mutación que aumenta también el riesgo de melanoma (cáncer de piel).
Según publica un equipo internacional de científicos en la última edición de la revista Nature Genetics, todos los caballos de pelaje blanco que existen en la actualidad comparten exactamente la misma mutación, procedente de un antepasado común que vivió hace miles de años. En concreto se trata de la sobreexpresión de los genes STX17/NR4A3, que también fomenta la propensión a padecer cáncer de piel.
Entre las razas que cuentan con amplios números de caballos grises destacan el caballo andaluz, el árabe, y, el mas famoso de todos, el Lipizzano.
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