- Las abejas pueden comprenderse entre sí aunque usen diferentes 'dialectos'
- Estos insectos se comunican a través de los movimientos que hacen al volar
- Para el experimento mezclaron a abejas europeas con otras asiáticas
- Tras un tiempo, las obreras aprendieron el lenguaje de las exploradoras
Un estudio ha revelado que las abejas pueden aprender otros 'idiomas', al igual que las personas cuando se encuentran en lugares con lenguas distintas. Pero en el caso de las abejas la forma de comunicarse es el movimiento.
En el mundo hay nueve especies de abejas distintas, y todas provienen de una especie común que se separó hace unos 30 millones de años. A partir de ese momento, cada especie desarrolló una forma distinta de moverse, algo que usan para comunicarse, según publica el diario The Guardian.
Un complicado lenguaje
Cuando las abejas exploradoras vuelven a la colmena, se comunican con las obreras mediante movimientos, con la intención de indicarles dónde encontrar alimento, incluso son capaces de especificar a qué distancia se encuentran las nuevas fuentes de néctar.
Los insectos comienzan una danza que los llevan de un lado a otro, se agitan con rapidez y dan una vuelta completa sobre sí mismas, para repetir este ritual una y otra vez.
Para completar el proceso, las abejas van dejando un rastro de químicos y de calor que indica a las obreras con la precisión de un GPS hacia dónde tienen que ir para traer alimento.
Las abejas alargan la trayectoria de su vuelo cuando quieren indicar que el alimento se encuentra lejos
Abejas europeas y asiáticas juntas
Un equipo de investigadores de Alemania, Australia y China decidieron investigar si las abejas de diferentes contientes podrían entenderse entre sí. Para conseguirlo, mezclaron abejas europeas con otras asiáticas en una colmena, por ser las dos especies más diferentes entre sí.
Las abejas alargan la trayectoria de su vuelo cuando quieren indicar que el alimento se encuentra lejos, pero el vuelo de las asiáticas tuvo mayor amplitud que el de las europeas para indicar la misma distancia.
A igual duración de vuelo, de 1,5 segundos, las europeas indican que la comida está a unos 600 metros, mientras que para las asiáticas significa unos 400.
Al final consiguen entenderse
Pese a que al principio las abejas asiáticas no eran capaces de dar con la localización exacta que les ofrecían las exploradoras europeas, al cabo de varios intentos, lograron llegar a la zona exacta donde estaba la comida.
Este 'cambio de mentalidad' que se produjo en las abejas de Asia para interpretar con precisión las indicaciones de las europeas, ha llevado a los científicos a afirmar que las abejas son capaces de entender los diferentes 'dialectos' que usan las abejas de cada continente.
Karl von Frisch, premio Nobel de medicina en 1973, fue el primer zoólogo que estudió en profundidad el movimiento de las abejas como uno de los parámetros que más pueden ayudar a conocer a estos insectos incansables.
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