sábado, julio 12, 2008

El alcohol, tanto en hombres como en mujeres, perjudica el sexo

Aún con moderación su efecto siempre se siente y lo puede alejar de una situación de placer máximo.

Seamos claros, el alcohol afecta las funciones por debajo de la cintura, no solo porque aumenta el deseo de aliviar la vejiga, sino porque modifica la capacidad para el aquello, tanto en hombres como en mujeres.

Por supuesto que una cosa es tomarse un trago y otra cosa es estar caídos de la borrachera.

A ver, aunque en principio el alcohol ayuda a las personas tímidas y retraídas, tornándolas más abiertas, conversadoras y alegronas, de no moderarse y permitir que se vuelva necesario para medírsele a un polvo, a la postre desencadena depresiones, incapacidad, agrieras y hasta vergüenzas.

Claro, no faltarán los que en este punto me refutarán y dirán que con unas copas las ganas son mayores, que hay más proclividad a pedirlo o a darlo, que el flirteo es más fácil, que aparece la risa y que las caricias son más generosas. Pues ni tonta que fuera para no reconocer que esto es cierto, pero antes de llegar a la cama, porque si se nos pasa la mano ya en ese mueble, el placer no es auténtico y el orgasmo se puede escapar por debajo de la puerta.

No quiero ser alarmista, pero los expertos dicen que en los señores el alcohol hace que su amigo no se levante o se torne perezoso y puede hacer que cualquier faena dure menos que un suspiro.

Por si fuera poco, les baja la testosterona, esa hormona que los hace sentir tan machos. Ah, nosotras tampoco nos libramos y, si nos empeñamos en empinar el codo, se nos puede alterar la menstruación, la vagina se inflama, la lubricación es escasa, nos duele 'allá' y hacerlo se vuelve más aburrido que pagar impuestos.

Todos estos síntomas se producen cuando se toma de manera abundante y continua. Para evitarlos es mejor alejar los tragos de la cama y reconocer que el alcohol mezclado con sexo es tan explosivo como unido a la gasolina. Dejémonos de bobadas y aprendamos que "como de eso tan bueno no dan tanto", las "alegrías" del primer traguito por lo general son el preámbulo de un mal polvo.

Además, hacerlo con un borracho: qué pereza.

Hasta luego.

ESTHER BALAC
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

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