Las mujeres que aparecen en la foto son gemelas y comparten un historial médico similar. Sin embargo, la de la izquierda tiene muchas más arrugas que su hermana, al parecer debido al constante consumo de cigarrillo.
Un estudio publicado en Archives of Dermatology recogió los resultados del seguimiento hecho a este caso, para evidenciar el deterioro que padece la piel por cuenta del tabaquismo.
No es el primero ni el único indicio publicado sobre el tema. De hecho, el cirujano británico Samuel Solly describió en The Lancet, en 1856, los efectos devastadores del tabaco sobre la piel. "Sus pacientes fumadores -recoge el diario El Mundo, de España- tenían una apariencia cetrina, la piel arrugada y un rostro demacrado".
A partir de entonces, numerosas investigaciones han señalado al hábito de fumar como un factor casi tan influyente como el sol en el envejecimiento cutáneo. "Si pasar horas bajo el sol multiplica por ocho las arrugas, el tabaquismo triplica la aparición de los surcos de la edad", señala El Mundo.
Dicho desgaste fue ejemplificado con el caso de estas gemelas por tres dermatólogos de Case Western Reserve University. Los especialistas se encontraron con estas mujeres durante el evento de celebración del Día Nacional de Gemelos, que se celebra en Twinsburg (Ohio, E.U.) y en el que hacen cada año una encuesta sobre enfermedades cutáneas.
Confían en que esta pareja convenza a muchos de renunciar al cigarrillo. La relación entre el hábito de fumar y el deterioro de la piel a menudo ha sido puesta en duda en dermatología, debido a que es difícil controlar múltiples variables (dieta, actividad física y condiciones de vida, entre otras).
"En gemelos que están 'genéticamente' controlados y con niveles similares de exposición al sol, podemos hacer una correlación directa entre el avanzado envejecimiento cutáneo y el tabaco, pues parece ser la única diferencia entre estas gemelas", resume Doshi.
En otras palabras, estas mujeres, de 52 años, tienen unas características muy parecidas: han pasado gran parte de su vida (entre los 30 y los 50) en la misma ciudad, sus historiales clínicos son menores y similares y ninguna ha padecido enfermedad cutánea. Tampoco acostumbran exponerse mucho al sol.
"La clara diferencia entre la gemela uno y dos fue la amplia historia de consumo de tabaco en la primera", explicaron los autores. Mientras una hermana había consumido tabaco durante años (52,5 paquetes por año, un valor que equivaldría a consumir dos cajetillas diarias durante 26 años o un paquete y medio durante 35), la segunda nunca había fumado.
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