Llevar una botella de agua a todos lados se convirtió en una costumbre en los últimos años. Durante una caminata por las calles es muy común ver a las chicas, en su mayoría, caminar abrazando cariñosamente una botella de por los menos un litro de agua. Todas están convencidas de que llevan entre sus brazos una fuente de salud y de que dan la apariencia de ser “chicas muy sanas”.
Esto es cierto en gran parte, pues el agua es indispensable para el buen funcionamiento del cuerpo humano. La cantidad recomendada a consumir es de un litro y medio al día, con ello se consigue mantener en equilibrio el volumen sanguíneo y la concentración de las sales minerales disueltas (electrolitos) en la sangre. La concentración de agua presente en el organismo está ligada a la cantidad de electrolitos. La concentración de sodio en la sangre es un buen indicador del volumen de agua que existe en el organismo. El cuerpo trata de mantener el nivel de agua total y, por tanto, una concentración constante de electrolitos, entre ellos el sodio. Cuando éste es elevado, el cuerpo retiene agua para diluir el exceso, con lo que aumenta la sensación de sed y disminuye la producción de orina. Cuando la concentración de sodio desciende demasiado, los riñones excretan más agua para restaurar el equilibrio.
Pero, ¿qué ocurre cuando el consumo de agua se convierte en algo obsesivo, en una compulsión? Desde hace un par de años, se empezó a hablar de un término para referirse a la ingesta excesiva de agua: “potomanía”, del griego “potos” (bebida), y de mania (locura, demencia), también proveniente del griego. La potomanía se refiere al consumo excesivo de agua, aún sin sed, el cual deriva en una sensación de placer. Cuando se habla de exceso, se habla de beber siete o más litros de agua u otros líquidos. De acuerdo con los especialistas, esta una primera señal para acudir al médico y descartar cualquier trastorno hormonal o alguna patología del hipotálamo, donde se encuentra el centro que regula el deseo de beber.
Tomar grandes cantidades de líquidos no causa hiperhidratación siempre y cuando la hipófisis, los riñones y el corazón funcionen adecuadamente, pues el organismo es capaz de eliminar el exceso de dichos líquidos. Pero si el exceso se convierte en una costumbre, se corre el riesgo de alterar el buen funcionamiento de los riñones, la composición de la sangre y el equilibrio de fluidos y electrolitos dentro del organismo.
El exceso de líquidos puede ocasionar que los componentes de la sangre se diluyan y se produzca un desbalance en la concentración de electrolitos. La “hiponatremia” (baja concentración de sodio en la sangre) es una complicación que impide el funcionamiento normal del cerebro, los músculos, los órganos y el metabolismo. Las consecuencias van de la nausea, pasando por cefalea y letargia, hasta las convulsiones y el estado coma. La “potomanía” puede deberse a un desequilibrio psiquiátrico, pues se trata de un trastorno en el control de los impulsos, si bien se trata de un padecimiento del que poco se sabe hasta el momento. El tratamiento consiste en limitar el consumo de líquidos y en ocasiones la prescripción de diuréticos.
1 comentario:
ME gusto la info sobre la potomania
biiie =**
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