El estudio que se publicó en octubre pasado en la revista británica The Lancet según el cual los antiinflamatorios ibuprofeno, naproxeno y paracetamol reducían el riesgo de cáncer bucal en personas fumadoras estaba ¡inventado! Los 454 pacientes que se habían controlado ¡no existían! Sus nombres eran ficticios lo mismo que sus documentos de identidad. Es más, se inventaron hasta los historiales médicos de cada uno de los pacientes incluyendo las presuntas fechas de defunción de algunos. Así lo ha reconocido hace sólo unos días el director del registro de cáncer noruego, Froydis Langmark. En el estudio inventado se decía -entre otras muchas falsedades- que el 83% de los pacientes había mejorado con el uso de paracetamol.
La manipulación fue descubierta por el profesor noruego Lars Vatten quien reveló que el inexistente proyecto había recibido para realizarse casi nueve millones de euros de diversas instituciones y tenía el respaldo del Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos. El ridículo que han hecho The Lancet y los "donantes" resulta patético. Este escándalo se suma al reciente descubrimiento de que las clonaciones humanas que aseguraba haber conseguido un científico surcoreano era también otra gigantesca mentira.
Lo que nadie ha preguntado es quién está detrás de todo esto. ¿Lo imagina usted, amigo lector? En esta revista llevamos denunciando la falta de ética de las multinacionales hace mucho tiempo. Ya en el número 73 de la revista -correspondiente a junio del año pasado- publicamos una información con el título "Ahora quieren vender antiinflamatorios para 'prevenir' y 'tratar' el cáncer". ¿La recuerda? Pues por si no la leyó -"voces autorizadas" nos acusaron entonces de "pasarnos"- se la transcribimos íntegra tal cual salió: "Determinadas compañías farmacéuticas decididas a ganar dinero con cualquier excusa han elaborado una estrategia para convencer a los oncólogos de que como "cada vez son mayores las evidencias científicas que asocian las enfermedades inflamatorias crónicas con el cáncer" -"evidencias" que ellos se encargan de plantear- "para curar y prevenir ciertos tipos de tumores hay que pensar en atajar las causas que generan la inflamación por ser agentes inductores del proceso tumoral". Es decir, proponen prevenir y tratar el cáncer dando antiinflamatorios. Y se han quedado tan frescos.
¿Y cuáles son tales "evidencias"? Según ellos las afecciones bacterianas y, sobre todo, víricas causan inflamación crónica y ello genera la producción y liberación de factores que "activan la aparición de mutaciones celulares", algo que puede desembocar en un cáncer. ¿La "prueba"? Que son más los enfermos de hepatitis, pancreatitis o colitis ulcerosa -el sufijo "itis" significa precisamente "inflamación"- que terminan teniendo cáncer que entre las personas sanas. En otras palabras, que las "enfermedades inflamatorias" -como si la inflamación fuese una enfermedad- afecta negativamente el microambiente celular dañándolo y facilitando el desarrollo del cáncer. Otra de las "pruebas" de tal teoría es que el tabaco provoca inflamación crónica en los tejidos del pulmón y es eso, unido a los compuestos tóxicos que contiene, lo que favorece la aparición de un tumor.
Que haya médicos que se traguen este cuento es inaudito. Los antiinflamatorios ni evitan ni previenen el cáncer. La inflamación es un mecanismo de defensa y curación del organismo y salvo rarísimas y contadísimas excepciones combatir la inflamación es una estupidez. Ya está bien..."
Tal fue la noticia que apareció. Bueno, pues aún habrá quienes crean que el fraude descubierto no está relacionado... Ingenuos.
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