Resulta sorprendente que siendo la electricidad un elemento tan cotidiano la mayoría de la gente desconozca las grandes implicaciones que puede tener en la salud. Relación comprensible si tenemos en cuenta que en la mayor parte de los procesos biológicos del ser humano intervienen pequeñísimas corrientes eléctricas y que el movimiento de electrones es decisivo tanto en la tensión y fuerza muscular como en la actividad cerebral.
Es más, la contaminación eléctrica en el hogar y en el trabajo es hoy día uno de los factores de riesgo para la salud tan importante como puedan serlo la contaminación ambiental, el ruido o una deficiente alimentación ya que puede ser causa directa -o indirecta- de numerosos trastornos, desde mareos o dolores de cabeza pertinaces hasta enfermedades más graves como alergias, crisis asmáticas e, incluso, trastornos degenerativos.
De hecho, en lo tocante a la electricidad en el hogar o en el trabajo apenas nos preocupa la posibilidad de electrocutarnos por manipular cables, enchufes o aparatos eléctricos o bien que un cortocircuito provoque un incendio de considerables dimensiones. Y con los medios de seguridad y conocimientos actuales se explica. Pero lo que no se entiende es que a estas alturas la mayor parte de la gente no sepa aún que trastornos como la sobreexcitación, el estrés, el insomnio, la caída anormal del cabello, los problemas de piel, la conjuntivitis, algunas alergias, las cefaleas, los problemas circulatorios, la tensión nerviosa, el agotamiento exagerado o la depresión puedan deberse al simple hecho de estar expuestos muchas horas seguidas al campo eléctrico que escapa de la deficiente instalación eléctrica de la cabecera de la cama, de las lámparas de la mesilla de noche o -más frecuente aún- de los cables que cuelgan de ella y llevan la corriente al radio-despertador, la lámpara u otros aparatos eléctricos de los que nos gusta rodearnos.
Quienes además trabajan con ordenadores o máquinas eléctricas que no disponen de una correcta instalación de toma de tierra, lo mismo que las amas de casa que permanecen rodeadas de electrodomésticos enchufados a una instalación eléctrica sin ella, pueden ver agravadas sus patologías al no permitir que se descargue o reequilibre la bioelectricidad corporal.
Y es que las personas no son verdaderamente conscientes de las interferencias que provoca la electricidad artificial tanto a nivel físico y mental como en el estado anímico a pesar de las constantes advertencias de quienes nos dedicamos a investigar ese tema.
Pero lo más grave es que la mayoría de los trastornos provocados por la contaminación eléctrica se enmascaran o camuflan con síntomas de trastornos generales o personales cuyas causas se asocian a factores genéticos, mentales, ambientales o nutricionales. Sólo en los casos más graves y en personas muy sensibles se acaba sospechando del exceso de electricidad artificial como causa de los trastornos.
Y, sin embargo, en los últimos años se la considera ya una nueva patología y se habla de "alergia a la electricidad". Un problema que puede identificarse porque provoca síntomas como sofocos, irritación cutánea y crisis nerviosas o respiratorias ante la simple cercanía a campos eléctricos (lámparas, ordenadores, electrodomésticos...), viéndose obligadas tales personas a vivir en casas sin electricidad o con instalaciones de bajo voltaje (entre doce y veinticuatro voltios) que no produzcan contaminación eléctrica apreciable.
REVISE SU INSTALACIÓN
En consecuencia, si padece recurrentemente alguno de los trastornos mencionados o alguna patología de difícil diagnóstico o tratamiento pruebe a desenchufar todos los aparatos y lámparas cercanas a la cama o, mejor aún, busque los interruptores generales de la casa y desconecte a la hora de ir a dormir el sector de iluminación y enchufes de los dormitorios dejando sólo conectado el sector que alimenta el frigorífico y los electrodomésticos. Es posible que tomar una medida tan sencilla como esa nos sorprenda y descubramos lo bien que pasamos la noche y lo descansados que nos levantamos por las mañanas, sin pesadez física o mental y sin las tensiones musculares y agarrotamiento que el exceso de electricidad artificial provoca en nuestro organismo.
Pero pruebe la desconexión eléctrica nocturna durante al menos siete o diez días para comprobar si de verdad le afecta o no. En el caso de que la mejoría sea evidente, plantéese entonces la instalación de un interruptor de desconexión automática (biointerruptor) que desconecte automáticamente la corriente desde la caja de mandos central cuando apague las luces de su dormitorio y se vuelva a conectar automáticamente cuando la encienda de nuevo.
Probar la desconexión eléctrica nocturna no nos cuesta nada (quizá debamos adquirir una linterna para cuando nos levantamos por la noche) y, en cambio, los beneficios para la salud pueden ser espectaculares.
Mariano Bueno
No hay comentarios.:
Publicar un comentario