Comer a deshoras, abusar de ciertos alimentos o no consumir la cantidad adecuada de otros puede afectarla.
Cuando comemos, los alimentos se fraccionan y se transforman para posteriormente nutrir las células. De la forma como eso se dé, depende el adecuado funcionamiento del organismo o, por el contrario, un déficit que conlleve enfermedad.
Existen ‘aliados’ de primera mano en el proceso digestivo, como la fibra, tanto soluble como insoluble. "Diferentes estudios demuestran la importancia de consumir frutas enteras, verduras y ensaladas (bien higienizadas o limpias) y el cereal íntegro", explica Lucía Correa, presidenta de la Asociación Colombiana de Nutricionistas y Dietistas.
"Esos productos integrales tienen celulosa, fibra que llega al intestino y ayuda a formar las heces fecales, a mejorar el movimiento intestinal y, en general, toda la parte digestiva", agrega Correa. También, ayudan a absorber grasas y por eso es clave en el manejo del sobrepeso y la obesidad.
En general, dice Correa, hay que insistir en que no existen alimentos malos. Todos son buenos, pero influyen factores como la intolerancia, el momento en que se consume algo, lo que se come, el qué y el cuándo.
"Es importante que cada persona identifique qué alimentos no tolera, pues algunas no tienen la maquinaria digestiva para tolerar cierto tipo, como lácteos y algunas verduras", explica Fernando Sierra, médico gastroenterólogo.
Así, la idea no es mitificar ningún alimento ni convertir otros en la panacea. Cada uno tiene unos aportes de nutrientes que el organismo necesita y que llegan a las células después de un proceso digestivo óptimo.
¿De qué se trata?
La digestión es el proceso fisiológico por medio del cual los alimentos son transformados en partículas más simples. Ocurre en el interior del tracto digestivo (boca, estómago, e intestinos), para de esta forma aportar la energía y los nutrientes necesarios para el organismo.
La alimentación es el primer paso. Con la masticación se inicia el desdoblamiento de los nutrientes (convertirlos en fracciones más sencillas), lo que continúa tanto en el estómago como en el intestino delgado, en donde hay ciertas enzimas que ayudan", explica la nutricionista Silvia Velandia.
La saliva, por ejemplo, tiene una enzima llamada tialina que permite simplificar los azúcares.
Para la absorción de cada nutriente hay vías como la sanguínea y la linfática, que permiten llevarlos a cada una de las células y en estas a su vez comienza un proceso de metabolismo.
Las células toman los nutrientes que necesitan, nivelan la carencia de alguno para mantener el equilibrio y lo que sobra se excreta por la orina, la materia fecal, el sudor, las lágrimas o a través de la bilis.
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