Para que duren más, se le agrega hidrógeno a los ácidos grasos de los aceites de semillas como el girasol, la soya y la canola hasta volverlos sólidos. Al cambiar su estructura son peligrosos.
Cuidado. Aunque el colesterol es solo de origen animal, las grasas trans (vegetales) bajan en el cuerpo el colesterol bueno y elevan el malo. Este se pega en las arterias, las endurece y las tapa. Es decir, eleva el riesgo de males cardiovasculares. Como en las etiquetas dice 100 por ciento vegetal y cero colesterol, usted se confía. Así que pregunte.
Intrusas. Por si fuera poco, estas grasas se meten en las paredes de las células y las debilitan o alteran su función. Según donde hagan daño pueden producir alteraciones en las defensas, en el desarrollo, en la producción de hormonas e incluso causar envejecimiento prematuro. Eso dicen los estudiosos.
Cerebro. También hay estudios muy serios que aseguran que los ácidos grasos de tipo trans bloquean la acción de otros ácidos grasos importantes y retrasan el crecimiento y la maduración del cerebro. No es por asustar, pero hay que ser prudentes.
Búsquelas. Están principalmente en alimentos elaborados industrialmente con aceites vegetales. En la casa se pueden formar si el aceite se reutiliza más de tres veces a más de 180 grados. Ojo con las fritanguerías.
Con respeto. Sin querer afectar a los fabricantes de alimentos que velan por la salud de los consumidores, nunca olvide revisar todos los empaques de alimentos procesados industrialmente, como papas fritas, pasteles, galletas, margarinas y hamburguesas. Si no dicen libres de grasas trans, diga no.
Por último. Piense en ellas desde hoy. Aprenda que no por ser vegetales son sanas. Difunda esta información con responsabilidad y recemos porque haya una legislación que las prohíba en lo que nos venden para comer.
CARLOS F. FERNÁNDEZASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
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