domingo, abril 15, 2007

Hígado no hay sino uno: quiéralo mucho

A este órgano se le sindica, entre otras cosas, de ser el culpable de las agrieras, de las manchas en la piel, del insomnio, del acné, de la obesidad, de las diarreas y de la indigestión.

Muchas veces se termina siguiendo tratamientos sin orientación médica, la mayoría de ellos, innecesarios. Antes de empezarlos no está de más leer lo siguiente:

Recuerde. Sin hígado no se puede vivir. Es un órgano muy noble, que se puede comparar con una gran fábrica donde se producen sustancias como las proteínas, se almacenan otras como el azúcar y las vitaminas, se destruyen y se eliminan tóxicos como el alcohol y la nicotina y se transforman elementos como las grasas. ¡Ah! De él no se consiguen repuestos.

Entienda. Todo lo que usted come, toma, inhala o se unta (si se absorbe) pasa por el hígado. Es una estación obligada antes de llegar a otras partes del cuerpo. Desde la sopa del almuerzo, que convierte en energía, hasta las tabletas para el dolor, necesitan de él para ser efectivas. Así que a quererlo.

¿Y la bilis? Nada tiene que ver con el mal genio. La bilis es una especie de detergente fabricado en el hígado y almacenado en la vesícula biliar, que ¿disuelve¿ las grasas para que puedan ser usadas por el cuerpo. Esa no se rebota ni hace que la gente sea mala.

No abuse. Aunque es una fábrica que no descansa, él tiene que esforzarse más si le meten grasas saturadas. Ayúdele y mérmele al chorizo, al tocino, a los embutidos, a los fritos de paquete, a las galletas industriales, a las cremas¿ En fin, a todo lo mantecoso.

Evite. Hay sustancias que lesionan el hígado, como el alcohol, los psicofármacos, los insecticidas, los pesticidas y los colorantes. Obvio, tome poco alcohol y nada de lo demás.

¿Y entonces? Cuídelo y coma muchas frutas y verduras de hoja, grasas insaturadas, menos carne, liguidos, menos café, más cereales y algo de té verde; prefiera varias comidas pequeñas a tres grandes, nada de vitaminas y menos de suplementos de hierro sin fórmula. Hágalo con confianza.

Por último. No se haga tratamientos sin concepto médico. No se diagnostique. ¡Ah! Y si cree que tiene el hígado cargado, consulte y créale también a esta columna, que es de buena fe.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO

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