“A la gente adulta nos parece que los niños son inútiles. Pero, en realidad ellos pueden hacer muchas cosas”, opina la sicóloga infantil Cecilia Zuleta.La forma de incentivar a los niños a ayudar en la casa es infundir rutinas como, por ejemplo, guardar un juguete antes de sacar otro, colgar la toalla mojada en un lugar específico o dejar la ropa sucia en un canasto. Este tipo de hábitos es adecuado inculcarlos entre los 2 y 3 años.
Es importante recordar que los niños aprenden en gran medida repitiendo lo que hacen los adultos y de nada sirve enseñarle al pequeño una serie de tareas si sus padres no las hacen.
Rutinas para pequeños
- Las actividades deben ser apropiadas para la edad y la capacidad del niño.
- Los menores pueden empezar ayudando con actividades sencillas, que no representen un riesgo para su salud, como poner la mesa, clasificar la ropa y ser ayudantes en la cocina. Cuando tienen 5 o 6 años, ya pueden barrer o aspirar.
- La clave en este proceso es explicarle al pequeño cómo se debe hacer cada tarea, mostrándole los diferentes pasos a seguir. Es fundamental elogiarlo cuando lo hace correctamente y por ningún motivo hay que regañarlo si comete un error. Tampoco es adecuado obligarlo a hacer algo, pues puede causarle fastidio.
“Estas actividades necesitan de acompañamiento. Posiblemente, si usted le pide que ponga la mesa con los cubiertos donde toca o que cocine solo, no lo va a lograr. Pero si pone las servilletas u oprime el botón de la licuadora, se sentirá valioso”, comenta Zuleta.
Importancia del orden
Aprender a ser ordenado desde pequeño es más sencillo que de grande. “Cuando un niño empieza a entender que hay un espacio y un lugar determinado para cada cosa, adquiere un orden en la forma de pensar y logra planear mentalmente su manera de actuar”, afirma la sicóloga infantil Cecilia Zuleta.
Los niños desordenados tienen problemas para estudiar y organizar su tiempo. Además, pierden fácilmente objetos o los refunden.
La manera de motivar el orden es crear un ambiente organizado. Además, es conveniente elogiar al pequeño y reforzar los comportamientos positivos.
Así mismo, es necesario enseñarle que cada cosa tiene un lugar correcto.
Por ejemplo, algo muy básico es que el pequeño adquiera la costumbre de recoger y guardar sus juguetes después de jugar.
En este proceso de enseñanza es adecuado evitar la rigidez, pues cuando los padres son muy estrictos y no permiten un error, hacen que el orden se vuelva una pereza porque se asocia a un regaño o un castigo. Por eso, es conveniente valorar las aproximaciones y la buena disposición del menos
Juan David Cárdenas P.
Redactor ABC del bebé.
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