Franklin Escobar, psiquiatra y somnólogo, también resalta la importancia del sueño en el cuerpo humano y advierte que infartos y cáncer están entre los riesgos por desvelarse.
Sin embargo, para muchas personas la hora de dormir se convierte en una 'pesadilla' por sus dificultades para conciliar el sueño.
La causa más frecuente de este desorden es el llamado estrés sicosocial, es decir, las preocupaciones de dinero o de carácter afectivo, y que afecta la capacidad para descansar correctamente.
Pero situaciones más prolongadas, como la depresión y la ansiedad, así como el consumo de sustancias sicoactivas (como la cocaína) provocan alteraciones a más largo plazo en el ciclo de vigilia y sueño por el que se rige el cuerpo.
Ese ciclo está controlado por estructuras del cerebro que componen dos sistemas diferentes: uno que induce el sueño y otro que mantiene el estado de vigilia.
Cada 90 o 120 minutos, un núcleo cerebral denominado locus cerúleos, que contiene el mayor número de neuronas productores de adrenalina y noradrenalina, dispara mayores cantidades de estas hormonas que incitan la acción.
Esto hace que la gente tenga subidas y bajadas en los niveles de atención.
Y hay dos momentos del día en los que ese sistema trabaja menos: después del almuerzo y pasadas las 10 de la noche, razón por la cual sentimos sueño.
Además, durante el día el cuerpo va acumulando sustancias que, en la noche, producen una disminución en la actividad cerebral y hacen que la persona tienda a dormir.
"El ser humano ha acoplado todos los sistemas hormonales al ciclo de luz y oscuridad, relacionado directamente con la actividad y con el dormir", explica Escobar.
Un atentado al cuerpo
Cambiar este ciclo biológico, enriquecido además por algunas claves sociales, como los horarios de comida y de trabajo, puede influir de manera dramática en el estado de salud de las personas.
"Primero se da una desorganización del sistema de inducción del sueño, se alteran los ciclos hormonales y se pierde la sincronía con el ciclo de luz y oscuridad", explica el somnólogo.
Más adelante, el cambio de ritmo conlleva alteraciones más graves como depresión o inmunodeficiencias, e incluso aumenta la posibilidad de desarrollar cáncer, porque "las células que protegen al cuerpo de esa enfermedad se producen de noche".
Las personas que trabajan por turnos, por ejemplo, tienen una expectativa de vida de 8 años menos que los demás y están más propensos a sufrir infartos al miocardio y accidentes cerebrovasculares, indica Escobar, para resaltar las consecuencias de la desorganización del sueño.
"La gente piensa que dormir es un tema muy banal, pero suprimirse del sueño es equivalente a suprimirse de alimentos o de agua", dice.
Qué pasa si no se duerme
Una noche: se registran los mismos síntomas de un guayabo.Tres días: aparecen cuadros de ansiedad severa y de desorganización del pensamiento.
Cinco días: aparecen delirios y alucinaciones.
Seis o siete días: el corazón empieza a fallar y a producir arritmias y el sistema respiratorio no funciona bien. Se puede comprometer la vida.
Más de 12 días: es imposible vivir.
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