Consumir alimentos navideños cura la resaca. Falso. Los suicidios aumentan en Navidad. Falso. Tomar la leche por la noche, como lo hace Papá Noel después de dejar los regalos, engorda. Falso. Y la lista sigue. Un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) destierran mitos médicos más comunes de las fiestas navideñas.
El estudio fue publicado en la revista British Medical Journal. Son ocho creencias desmentidas. La primera: el calor de las personas no se escapa con más intensidad por la cabeza que por otra parte del cuerpo.
Los investigadores dicen que este mito es casi un dogma desde que científicos del ejército estadounidense les pusieron trajes de supervivencia ártica, pero sin gorros, a varias personas. Midieron su pérdida de calor corporal en temperaturas extremadamente frías y afirmaron que entre el 40 y el 45% del calor del cuerpo está en la cabeza.
"Al no cubrirles la cabeza llegaron a la conclusión errónea de que los seres humanos empezamos a congelarnos por arriba. Y de nada parecen haber servido estudios posteriores que rebaten esta teoría y sostienen que la cabeza no tiene nada de especial frente al frío", aseguraron los investigadores de Indiana.
Comer a última hora del día no engorda más que si se hace durante el día. Esa es la segunda creencia rechazada. Fue un mito creado después de que un estudio sueco decía haber constatado que las mujeres obesas tenían mayor propensión a dar un último bocado antes irse a la cama. "El error es que no se tuvo en cuenta que comían todo el día", remarcaron. Y aseguraron que la única verdad es que engorda la gente que ingiere más calorías de las que quema.
Tercer mito falso. La gente no decide quitarse la vida más en invierno que en otras estaciones. Es más, hay numerosos estudios que indican lo contrario. En Finlandia se concluyó que la mayoría se producen en otoño, con las cifras más bajas en invierno. En tanto, en Hungría las tasas alcanzaban su máxima en verano; en Japón la gente se mataba más luego de las vacaciones, y en EE.UU. se aseguró que las vacaciones no influían.
Cuarta evidencia puesta en duda, también con un componente estacional: la ponsetia (planta) que adorna muchas casas en Navidad no es peligrosa. Y habría que comerse entre 500 y 600 plantas para que sea tóxica para un ser humano. Este estudio estadounidense no aclara de donde procede el mito sobre su toxicidad. Pero se refiere a otros en los que se constata que los casos por envenenamiento por ponsetia son marginales.
Otros "venenos", el azúcar y el alcohol, tienen que ver con el quinto y sexto mito: los caramelos o las bebidas azucaradas no convierten a los niños en un saco de nervios. Y no hay más solución más que esperar para sentirse bien después de "empinar el codo".
Existen hasta 12 estudios clínicos en los que queda de manifiesto que no hay cambios en el comportamiento de los chicos que recibieron dietas con azúcar y sin azúcar. Más bien sugieren que lo que cambia realmente es la actitud de los padres hacia sus hijos, especialmente la creencia de que sus hijos van a estar más activos.
Lo que sí altera el comportamiento -y en esto no parece que haya ninguna teoría en contra- es la ingesta de alcohol, cuyos efectos molestos posteriores son inevitables. No hay remedios contra la resaca ni fórmulas mágicas para prevenirla: ni café sin sal, ni aspirinas, ni plátanos, ni cucharadas de aceite, dicen los responsables de este estudio. La única solución es esperar y descansar, aunque algunos placebos pueden hacer que el trance sea más llevadero.
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