- Según un informe que compara datos de un sondeo similar realizado hace unos diez años.
- Las mujeres han adoptado malos hábitos tradicionalmente masculinos.
- Además, aparece una nueva preocupación: el culto al cuerpo.
La salud de las féminas españolas es cada vez más frágil porque estas han incorporado hábitos tradicionalmente masculinos.
Así, al menos, asegura un informe de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que se basa en una encuesta realizada a 1.300 pacientes femeninas y que compara sus datos con un sondeo similar realizado hace casi diez años.
Esta nueva "fotografía" de la mujer destaca que la adicción al tabaco, alcohol y otras drogas han irrumpido en las consultas de las mujeres, incorporando hábitos poco saludables que, tradicionalmente, se vinculaban con los varones.
Además, aunque tienen una expectativa de vida más amplia, 82 años, padecen "más soledad, pobreza y dependencia", por las desigualdades en las pensiones, laborales y salariales que padecen.
Anticoncepción
Según el estudio, las mujeres españolas se preocupan ahora mucho más por la anticoncepción postcoital y por las disfunciones sexuales, que aparecen entre las seis principales consultas médicas, mientras que estos temas apenas aparecían en la lista de los asuntos consultados de 1999.
Las enfermedades de transmisión sexual se han incrementado porque no se usa el presertivo
Además, se ha producido un incremento del 17% de las enfermedades de transmisión sexual porque, dicen los médicos, "sigue sin utilizarse el preservativo", al tiempo que aumentó un 10% el número de abortos.
El culto a la imagen
La encuesta revela otro asunto novedoso, "el culto a la imagen", que genera inquietud en las mujeres en edades cada vez más tempranas, por lo que exigen cirugía estética y sufren graves trastornos en la alimentación, tales como la anorexia o la bulimia.
Por último el informe ofrece un dato estremecedor: el suicidio es la principal causa de muerte entre las mujeres de 30 a 34 años, una edad en la que se acentúan los trastornos depresivos dada la mayor exigencia laboral y familiar que sufren ellas con respecto a los hombres, y en la que el "reloj biológico" de la maternidad se niega a esperar más.
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